La vida es como un espejo: lo que reflejamos es lo que recibimos. Si queremos amor, paz y felicidad, debemos reflejarlos hacia los demás. La forma en que tratamos a los demás es la forma en que Dios nos tratará a nosotros.
Por lo tanto, debemos ser conscientes de nuestras acciones y siempre esforzarnos por ser mejores personas cada día.
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